Colocando el daño
No recuerdo cuando, pero seguramente fue hace algun tiempo que decidí colocarme este manto negro encima.
Lo disfruté, me cubría del frío de la noche y su textura era suave, sedosa.
Cuando menos lo pensé, mi manto se volvió uno con mi piel.
Fue cuando mi trato comenzó a cambiar.
Cuando negué antes de ser negado.
Cuando decidí no correr riesgos y anticiparme a lo que podría pasar.
Y en nombre de ese set de decisiones empecé a colocar el daño en personas que confiaron.
Que creyeron. Que desearon.
Hoy, mi piel es gris, es grafito difuminado. Estoy descansando de la seda del daño infringido.
Etiquetas: Pele
<< Home