jueves, febrero 16, 2006

Perdón, María

María:
Cuéntame si crees que sirvió el sacrificio de ver crecer a quien habría de morir por un pueblo entero. Dos mil años de servicio al altísimo son pocos comparados con los treinta y tres de amor prístino y a los nueve meses de simbiosis.
A cambio de eso, hoy te vestimos con miles de túnicas y colores, te hablamos en millares de idiomas, bosques han sido talados para rendirte pleitesía.
Madre, hoy te pido perdon por limitar tu energía purísima; por pretender que no hay más allá que madre en el panorama de una mujer.










María:
Magdala te hundió en el fango; un hombre te hizo ver que tu eras mucho más que eso. Pagaste el precio, mujer, de seguir tu camino y renunciar a la imagen pura desde la semilla.
Hoy el velo del misterio te cubre. No sabemos si adorar tu arrepentimiento, pensar que simplemente cambiaste de cliente o si eres madre de naciones.
Loto del pantano: perdóname por limitar tu energía ; por pensar que no existe la madre en el cuerpo de la sierva.

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