martes, septiembre 18, 2007


Creo que dejé olvidada la capacidad de crear lunas, aunque fue sólo por un instante. Eso es algo que nunca se pierde, queda incrustado en tu personalidad y sólo crece el don o se difumina en medio de las preocupaciones, el ruido, las distracciones.

lunes, septiembre 03, 2007

Juan decidió acostarse en su cama con los audífonos en el oído y se quedó dormido.

A él llegaron las siguientes imagenes mientras escuchaba atentamente:

-Un ejército de gente con pancartas, vestidas en uniforme militar de diferentes colores; con escopetas de salva en las manos que sólo disparaban al aire, como saludando a una persona inexistente, pero de una verdadera majestad. Alguien tan valiente que realmente correspondería toda esa marcha, ese saludo. El grupo es nutrido, completamente marcial, pero con diferentes toques, es algo raro, inusual.

-Una calle, oscuridad, una imagen. Un hombre, entre los 25 y 30 le escribe una carta de amor a su mujer, la casa es gris y fría. Al lado derecho hay una cama modesta; con cabecera chica de madera, casi carcomida por las polillas. Atrás, una mesa grande, demasiado grande como para poder albergar a sólamente una persona. El hombre era delgado, quiza porque no comia lo necesario para crear musculatura adecuada a su edad. Su ropa era marrón, no distingo los colores correctamente, pero toda su aura, toda el aspecto que emana es de color marrón. Y la imagen se vuelve difusa, como cuando un televisor falla de la antena y tienes que volver a acomodarlo para no perder la señal. Todo lo que recuerdo se difumina hasta terminar en un pequeño punto gris/marrón.

Al despertar, Juan tiene la sensación de haber perdido recuerdos importantes, muestras representativas de una imaginación que muere poco a poco.